Trilogía de posts de desarrollo personal.

     1. Mi camino hacia la cima.
     2. El viaje de la mejora continua.
     3. Claves para tu camino.


POST Nº2
– El viaje de la mejora continua.

Es increíble el crecimiento que sientes cuando empiezas a aplicar conceptos que siempre hemos tenido delante pero que tendemos a ignorar por hacer caso a lo que nos dicen los demás, cuando, en realidad…

Tu mejor versión es aquella que puede ayudar a los demás a crecer y a ser mejores.

Algo que, casi siempre, pasa por emprender tu propio viaje.

Imagínate. Es un proceso en el que tú primero tendrás que armarte de las herramientas y recursos necesarios para lograr los objetivos que quieres y, a partir de ahí, ayudar a los demás a recorrer ese mismo camino.

¿Por qué te digo esto?

Porque durante toda la vida no han parado de decirte que tienes que ser el número uno en un campo determinado, que tienes que competir para quedar por encima de los demás.

Se nos ha dibujado el éxito, el triunfo, como vencer, imponernos y derrotar a otros.

Bien, pues déjame decirte que es el mayor y más devastador error que una persona puede cometer.

En primer lugar, si ‘compites’ con otros por ser el mejor, solo habrá una persona ‘contenta’ -que no necesariamente feliz- por conquistar ese puesto; el resto estarán frustrados por no haberlo logrado.

En segundo lugar, estarás generando toxicidad dentro de ti porque ‘odiarás’ a la persona que consiga aquello a lo que tú no has sido capaz de llegar; a todos nos ha ocurrido alguna vez.

En tercer y último lugar, tu deseo, nocivo e infectado por un ego descontrolado, metafóricamente hablando, querrá ‘pisar la cabeza’ de aquellos que compitieron contigo para que no peligre tu conquista.

Una vez que tu aspiración es convertirte en el número uno, indistintamente de a quien te lleves por delante dando codazos, te olvidas de tu humanidad. Sentarte encima de la cabeza de alguien no es el punto.

Esa no es forma de vivir.

Así únicamente se generan problemas y conflictos, lo que degenera en dolor y sufrimiento. ¿Esa es la vida que quieres?

Sé que no, porque antes de crear este proyecto, yo pasé por todo eso; vivía desconectado de mí mismo, de mis verdaderas capacidades.

Permití que la voluntad ajena gobernara mi vida y me fue fatal.

Hasta que entendí la raíz del problema: no escucharme, hacer lo que la sociedad me decía que tenía que hacer en vez de lo que yo de verdad quería hacer; estaba alejado de la raíz donde duerme la mejora continua.

Pero…

¿Qué es la mejora continua?

La mejora continua consiste en desarrollar y explotar todas tus capacidades, como consecuencia de trabajar, a diario, en aquello que te mueve y te apasiona para mejorar de forma natural, en las tres áreas principales de la vida: biológica (estado de forma), afectiva (relaciones) y laboral (el trabajo de tu vida, ayudando a los demás).

Se trata de ser lo mejor posible, en lo personal y en lo profesional.

Y es algo que requiere, simplemente, conocerse a uno mismo para accionar por el camino que resuena con lo que queremos en la vida.

Aunque no siempre es tan simple y sencillo conocerse de verdad a uno mismo por la cantidad de condicionamientos sociales impuestos que nos coartan. Requiere experimentar y afrontar miedos para trascenderlos.

Se trata de crecer, desde dentro hacia fuera, trabajándote a diario, para después ayudar a los demás recorriendo tu mismo camino, en vez de pasar por encima de ellos por ‘competitividad’.

La diferencia es sideral.

Lo mejor de todo es que solo depende de ti. De las decisiones que tomes de forma consciente, aquí y ahora, para empezar a mejorar, sin prisa pero sin pausa, recorriendo tu maratón de fondo.

Incluso si no tienes trabajo, o si tienes un trabajo que no te gusta, o si estás en cualquier situación de la que quieres salir, adivina qué: depende única y exclusivamente de tu voluntad y amor propio.

Ya tienes conocimientos, habilidades, talentos y formación suficiente como para comenzar a hacer algo excelente por los demás, para ayudarles a resolver un problema determinado que tengan.

Tú ya conoces una solución perfecta a un problema concreto. ¿Por qué no la aplicas?

Para obtener resultados diferentes tendrás que hacer cosas diferentes.

– «Ya lo sé, Pablo, pero, ¿Cómo lo hago?».

 

Crea las condiciones necesarias.

De la misma forma que la semilla de un árbol no puede crecer en alquitrán, tú tampoco podrás hacerlo si antes no preparas y abonas el terreno en condiciones.

Existe evidencia médica y resultados que demuestran que sólo cuando estás en paz, tranquilo y disfrutando de tu día a día, tu cuerpo y tu mente funcionan a tu favor para alcanzar tus metas y objetivos.

Piénsalo.

¿Crees que podrías crear algo de valor para los demás en un estado de estrés, con problemas y pasándolo mal? Te puedo garantizar que no, porque lo he vivido; no tendrás el foco ni en el lugar ni en la dirección correcta.

El juego del crecimiento constante tiene su raíz en cómo de eficaz eres para aprovechar tus procesos fisiológico y psicológico (cuerpo y mente) para avanzar en el camino que quieres.

Además, date cuenta: la sociedad, los medios de comunicación y tu entorno están hablando permanentemente de problemas. Si el foco lo tienes en los problemas, la mente generará más problemas, subconsciente e involuntariamente.

Eso no es lo que tú quieres.

Tú quieres pensar en soluciones y oportunidades, pero no vas a poder hacerlo si antes no vives en paz, en calma y disfrutas de tu día a día, agradeciendo por todo lo que ya tienes, porque solo así podrás prestarte atención a ti, lo más importante.

A partir de lograr ese estado de paz, podrás comenzar a evolucionar en un crecimiento constante.

– «¿Pero cómo lo consigo si estoy envuelto en una espiral tóxica de estrés?».

 

Hábitos saludables.

Es muy simple. Déjame hacerte una pregunta:

¿Conoces a alguna persona que cuide su alimentación, haga deporte diario y que, aún así, esté estresada?

Es imposible porque al trabajar físicamente el cuerpo se liberan endorfinas que te mantienen en ese estado de paz y equilibrio mental donde todo fluye.

La naturaleza es muy sabia y se nos ha diseñado para cuidarnos.

– «Entiendo, Pablo, pero, ¿Cómo lo hiciste tú para no fallar entrenando?».

Cuando entendí que hacer deporte y comer bien eliminaría el estrés y me impulsaría hacia mis objetivos, me compré pesas para entrenar fuerza y una bici para hacer cardio. Trabajo ambas, a diario, en casa al menos dos horas diarias.

¿Difícil? ¿Pereza? ¿Miedo?

Simple amor propio para cuidarse. Ya está.

Pablo Domínguez: 'Toma conciencia: en el cuerpo humano, a diferencia de la tecnología, lo que no trabajas se deteriora y aplica por igual al cuerpo y la mente'. Share on X

 

Con que a mí lo que me da miedo, pereza y me resultaría más difícil, serían las consecuencias de no entrenar ahora y, cuando llegue a los últimos años de mi vida, tener que esforzarme por ‘sobrevivir’ a los achaques de la edad.

No quiero verme en esa situación, por eso la prevengo.

Así que entendí el concepto de cuidarse (trabajando aquí y ahora en uno mismo) para no tener que cuidarse (en el futuro y con los demás)», como consecuencia de ‘regar’ mi valor biológico (estado de forma) y mi valor laboral (negocio) a diario.

Interioricé el verdadero significado de las palabras disciplina y determinación.

Hago lo que tengo que hacer, cuando lo tengo que hacer, tanto si tengo ganas como si no, porque sé que es lo que me acerca al éxito, a la consecución de mis metas.

Soy consciente de que es el precio que tengo que pagar para llegar a mis objetivos definidos de forma consciente y completamente deliberada.

– «Vale, Pablo, pero… ¿Cómo lo haces para ser tan constante?».

Me apoyo en el absortismo: al entrenar con pesas veo contenido de desarrollo personal en YouTube y sobre la bici me entretengo con juegos de estrategia en el móvil y música de fondo. De esta forma trabajo cuerpo y mente durante todo el entrenamiento, lo que me permite disfrutarlo más al hacerlo más ameno.

Cuido mi alimentación, siendo equilibrada y saludable. Nada de alimentos procesados ni bollería industrial. Como mucho, un día de los siete de la semana, me permito alguna pizza o algo por el estilo, lo que a su vez me permite disfrutarla más.

Se entiende. ¿Verdad?

Como ves, no hay secretos ni atajos.

Si quieres que te respeten los demás, empieza por respetarte tú. ¿Cómo? Cuidándote a diario.

Ahora, la paradoja de entender esto es que, cuando lo aplicas, empiezas a avanzar a una velocidad, incluso, superior a la que podrías esperar como consecuencia de tomar acción con determinación.

– «¿Y qué hay de tu área afectiva?».

Simple: mejoró como consecuencia de la transferencia de resultados de las áreas laboral y biológica, por la confianza que emergió en mí mismo y la paz, respectivamente, que me ofrece la sinergia entre ambas.

Tenía más ganas de salir, jugar, divertirme y bromear, constantemente, con todo el mundo, haciendo que cualquiera se sintiera bien a mi lado.

La naturaleza es sabia. Muy sabia.

Precisamente por eso, necesitas un…

 

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Orden de prioridades.

Lo más importante es que lo más importante sea siempre lo más importante.

¿Qué gobierna tu vida?

¿Controlas tus pensamientos o tus pensamientos te controlan a ti?

¿Te estás construyendo como quieres, centrándote en ti, o estás orbitando a las cosas accesorias de la vida?

¿Eres tu prioridad y proyecto número o uno o estás permitiendo que las relaciones, el ocio o cosas fuera de tu control sean el centro de tu universo?

Si quieres avanzar, tu máxima prioridad tiene que ser trabajar y desarrollar, a diario, las tres áreas de la vida: biológica, afectiva y laboral. Ten clarísimo que no puedes dar lo que no tienes.

Si no es así, irás siempre, a todo tipo de situaciones, en modo carencia, dependencia y necesidad.

Justo lo que te hará perder aquello te hace vivir: tiempo con la gente a la que amas.

Por eso es imprescindible poner y mantener orden en nuestra vida, siendo el ejercicio más difícil que hemos de hacer a diario. Hemos de trabajar nuestra disciplina, caminando hacia nuestra mejor versión integral, en lo personal y en lo profesional.

Pero la disciplina no se fuerza, emerge desde dentro como amor propio para cuidar de uno mismo.

Así que, a partir de ahora, trabaja en aquello que consideres que te aporta y te lleva a crecer más desde el convencimiento de que es lo mejor para ti.

Empieza y desarrolla la parte más importante de cada día con las tareas más relevantes, aquellas que sepas que te conducen, que te acercan, a lograr tus objetivos principales.

Cuando lo hagas, siempre tendrás tiempo para divertirte.

Así creas la vida correcta y balanceada.

Por cierto: también aplica al orden en casa o en la oficina.

Cuando en tu habitación, tu hogar o tu oficina, hay desorden, te costará muchísimo más concentrarte y rendir.

Pablo Domínguez: 'El orden del espacio laboral afecta directamente a tu tasa de productividad'. Share on X

 

Ahora bien, la mejora continua, acciona sobre un constante proceso de escalada vinculado de manera directa con la gráfica que preside el presente post…

 

La montaña.

Representa el gran reto, el gran desafío que puedas estar afrontando en estos momentos, sea en lo personal o en lo profesional. Tu concepción de éxito y el camino que recorres hasta él.

Su construcción, a la hora de trasladarla a la toma de acción en tu vida, comienza, de abajo hacia arriba, por el mismo lugar que lo haría en cualquier casa: los cimientos.

Los tres pilares fundamentales para construir tu montaña serán siempre: el amor, la compasión y la gratitud. Necesitas construir sobre ellos para que todo lo que hagas sea sano, sin máscaras y contribuya a cuidar de ti y de la relación con los demás.

Como seres sociales que somos, hemos de interactuar para sentirnos bien.

Sin estos tres pilares puedes perder tu identidad y tu autenticidad, desarrollar conductas narcisistas, acabar quemado a los demás y, en consecuencia, quemarte y sufrir tú, de vuelta, el impacto multiplicado de haber impostado y forzado las cosas.

Así que vigila que siembras siempre las semillas correctas.

 

Accionar desde el amor.

No, no me estoy refiriendo al ideal que se nos vende desde pequeños con Disney y después en películas de Hollywood, canciones y todo tipo de programas de televisión donde, de alguna forma, nos enseñan a «necesitar» a una persona para ser felices.

La vida no va de eso que, además de ser un flagrante error, no es amor. Es dependencia afectiva y emocional y, te lo aseguro: no es lo que quieres.

A lo que me refiero aquí es a: «¿Desde dónde haces las cosas?«.

Porque sólo se puede operar de dos formas: o bien accionas con el fin de aportar sin esperar nada a cambio (amor) o bien reaccionas desde la necesidad de obtener algo externo (ego).

Es decir, si quieres conseguir algún objetivo determinado, el que sea, empieza por trabajar en ser la clase de persona que aporta el valor necesario, de la forma correcta, que haga que los demás quieran recibirlo y, por tanto, dar algo de vuelta.

La vida funciona así: antes de recibir, tienes que dar. Pero no puedes recibir si das esperando algo a cambio.

¿Cómo llegar ahí? Congruencia. Trabajo interno personal.

Tendrás que afrontar miedos, tendrás que exponerte y ser vulnerable para cambiar de paradigma y crecer.

Es un acto de valentía que sólo se puede afrontar cuando se actúa desde el amor propio, clave para conseguir cualquier cosa que te propongas.

Si actúas desde el amor propio (ojo, no confundir con la necesidad y el ego del «porque yo lo valgo» y tengo que recibir lo que merezco), partirás de aportar y sentirte siempre suficiente.

Por tanto, no tendrás necesidad ninguna y, ahí, serás y compartirás sin esperar nada a cambio.

 

Poner intención.

Es el puente que conecta tus acciones con tus resultados.

Para que se entienda: puedes desear algo concreto y positivo, hacer todo lo posible para que ocurra… y que no se dé.

¿Por qué?

Porque lo haces desde el miedo o desde la carencia y eso es lo que se refleja en tu vida dado que a nivel subconsciente es lo que estás reafirmando.

Tú mismo te saboteas e impides que lo que más quieres vivir se dé.

No importa lo que hagas, sino desde dónde lo hagas y, ese desde dónde, nace en la intención.

Con que plantéate desde dónde estás haciendo las cosas y, a partir de ahora, pon intención consciente en qué quieres conseguir a través de las acciones que tienes que tomar y entiende esto:

Todo es un proceso y nadie está por encima del proceso.

Así que ponle corazón, intención y paciencia y poco a poco irás creando las circunstancias que hagan posible el resultado que quieres tener en tu vida.

 

Conectar con la gratitud.

¿Por qué es tan importante vivir en estado de agradecimiento?

Letras de madera formando la palabra GRACIAS

Nos cambia la conducta de forma directa, causando un impacto sideral en nuestros resultados.

Quien vive quejándose está en rol de víctima, lo que le lleva a tener su foco diario en los problemas y, adivina qué, eso de manera automática hará que tu mente, de forma subconsciente, tienda a generar nuevos problemas. Aunque no quieras.

La queja ocupa tu mente y anula la creatividad, crucial para ver oportunidades y trabajar en soluciones.

Sin embargo, quien vive agradeciendo está en paz, en calma, clave para asumir el rol de responsabilidad, condición indispensable que permite que la creatividad brote y fluya para construir el camino hacia la vida que queremos.

Es importante agradecer tanto lo bueno como lo malo que hemos vivido porque sólo así se puede extraer el aprendizaje, que cada experiencia nos aporta, para que nos ayude a seguir creciendo y mejorando, poco a poco.

Dar gracias por las cosas buenas que todos tenemos nos aporta estabilidad sobre la que construir y, mira tú por dónde, sólo se puede construir cuando caminamos hacia oportunidades y nuevas soluciones. Es decir, cuando somos creativos.

Habrás escuchado alguna vez que la paz interior es sagrada; nos hace centrarnos exclusivamente en nosotros, obviando el «qué dirán», desde el entendimiento de poder construir nuestro futuro como queramos. Ladrillo a ladrillo.

Así que haz el ejercicio de coger un papel y escribir todo lo que agradeces de tu vida y observa cómo te cambia la energía por dentro. La paz y la tranquilidad que te aporta pensar en ello.

Ahora piensa el efecto que causaría hacerlo a diario y cómo repercute en el medio y largo plazo. Aplícalo.

De dentro hacia afuera se vive mejor.

Estos tres pilares: amor, compasión y gratitud, actuando a la vez, permiten cuidar y construir de forma sana.

 

El propósito.

Pasamos a construir la base de la pirámide, de nuestra montaña conceptual, con el propósito de vida. Es la esencia que da pie a la construcción y escalada del resto de la montaña.

De nuevo, estar desconectados de nosotros mismos, siempre pendientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, nos hace perder de vista lo más importante: quiénes somos en realidad y qué hemos venido a hacer.

Dicho de otra forma: hemos de hacer caso a nuestra voz interna, que siempre acostumbra a decirnos «por ahí».

Existen varias herramientas para hacerla aflorar pero la que me ayudó a mí es el Ikigai, de ascendencia japonesa. Consta de cuatro grandes áreas exteriores y otras cuatro interiores, que se entrecruzan con las exteriores.

Áreas exteriores: qué amas, en qué eres bueno, por qué te pueden pagar y qué necesita el mundo; áreas interiores: pasión, misión, vocación y profesión.

Todo lo explico con detenimiento dentro de mi programa.

El problema es que nos aterroriza la incertidumbre por la endemoniada cultura de la inmediatez, cuando la incertidumbre es necesaria para ejercitar nuestra mente.

Lo queremos todo para ayer y esa no es forma de construir nada.

Pablo Domínguez: 'La mente opera exactamente igual que un músculo; cuanto más se ejercita, más fuerte y robusta se vuelve, y es algo que se hace de manera constante y diaria'. Share on X

 

Confiar en la vida implica entender que el éxito no es un destino, sino un viaje.

El éxito es el resultado de determinadas variables activadas de forma sostenida en el tiempo; si se dejan de activar, el éxito se acaba y se apaga.

De manera que… ¿Cuál es el secreto del éxito?

Tener un propósito de vida que nos permita activar esas variables, que son únicas y personales, de manera continuada y estable en el tiempo porque emergen desde dentro, sin necesidad de perseguir nada externo.

Es lo que nos permite persistir, sin abandonar.

En realidad todo es muy simple. El ser humano está diseñado para ser útil a los demás, para servir a un determinado propósito. Es decir, a la resolución concreta de un determinado problema en el mundo.

Con que, la pregunta es…

¿Qué problema existente y con demanda de una solución de los que existen en el mundo vigente te apasiona resolver? ¿Cómo, de qué manera y haciendo qué, podrías ayudar a una persona con qué problema, ahora mismo?

¿Qué te dice esa ‘voz interior’?

Síguela, es por ahí.

 

El reto.

De la conexión con el propósito emerge el reto, el desafío.

Es el proyecto de tu vida y te empuja a hacer algo que usa todo lo que ya sabes hacer para desafiarte a crear lo más grande a lo que te hayas enfrentado jamás.

Es, precisamente, el camino hacia la transformación.

No puedes crecer, no puedes cambiar, si no haces cosas nuevas. Mayores. De una envergadura tan grande, tan bastamente compleja, que sepas que no podrás hacerlo solo.

Lo que no te reta no te cambia.

Es probable que sientas miedo o pereza, pero si no te pones manos a la obra a construir tus sueños, adivina qué: nadie más lo hará por ti. Así que empieza ya. Ahora. Hoy.

Comienza a colocar ladrillos de la forma más perfecta posible que puedas. Uno tras otro.

Solo los grandes sueños tienen la capacidad de mover el alma humana en pos de un futuro mejor y, date cuenta, trabajes para ti, para otro, oposites… en cualquiera de los casos, estarás tomando una decisión.

Así que, puestos a escoger, hazlo honesta y sabiamente. Crea tu futuro construyendo el proyecto de tu vida.

Afortunadamente, y es en lo que puedo ayudarte, el mundo digital nos da herramientas y técnicas para hacerlo y llegar a millones de personas. Aquellas realmente interesadas en nosotros. ¡Aprovéchalo!

Trabajar en tu reto te convertirá en una persona direccional y eliminará los tiempos muertos.

Pablo Domínguez: 'Saber lo que quieres e ir a por ello, automáticamente, hará que dejes de 'perseguir' personas para pasar a construir tus sueños. Tus metas. Esa es la forma correcta de vivir'. Share on X

 

La entrega.

Tiempo atrás este apartado lo referenciaba como «el sacrificio«, pero un día, de pronto caí en la cuenta de que las connotaciones negativas de sacrificio te llevan a accionar desde «la fuerza».

Piénsalo. Sacrificar implica renunciar, lo que irremediablemente conduce a «forzar» diversas situaciones y cosas en tu vida, buscando un supuesto bien mayor o un éxito determinado que, además, es irreal.

Estaba equivocado en este matiz. En la vida no hay que «sacrificar» nada, lo que sí es necesario hacer para avanzar es entrar en estado de máxima entrega, dando lo mejor de uno mismo en cada situación y momento.

En el momento en el que decides dar lo mejor de ti mismo permanentemente, a cada instante y en cada situación, simplemente haces aquello que más amas y comienzas a fluir con la vida.

Y justo esto es lo que te permite mantener la disciplina y la constancia porque lo llevas en el corazón.

¿Cuál es la diferencia entre una persona exitosa y otra que haya fracasado en su vida?

Que las primeras han encontrado lo que les mueve y se dedican a ello y las otras no.

Y sí, cuando hablamos de éxito, hablamos de ‘pagar el preciopara lograr lo que quieres, que consiste en:

Pablo Domínguez: 'Hacer lo que tienes que hacer, cuando lo tienes que hacer, tanto si tienes ganas como si no, es la pequeña diferencia que marca la gran diferencia'. Share on X

 

Pero esto sólo ocurre cuando es algo que emerge de dentro hacia fuera, no al revés.

Por eso las personas de éxito hacen lo que tienen que hacer, porque les mueve en la vida y fluyen hacia la vida que quieren, construyéndola todos los días.

Además, encontrar eso que queremos, lo facilita la ilimitada plasticidad neuronal humana. Puedes dedicarte a lo que te guste. Pivotar, volver a pivotar, pivotar de nuevo y cambiar de sector y registro tantas veces como lo necesites.

¿Por qué? Porque estamos diseñados para adaptarnos a todo, podemos transformarnos. Tenemos la capacidad de sobreponernos a todo si así lo deseamos o necesitamos… y eso se hace a través del sacrificio.

Cuando sabes lo que quieres, y lo quieres de verdad, haces lo que sea necesario para llegar ahí porque te nace desde el corazón y no hay mayor placer cada día que ese.

Se convierte en ocio y, gracias a eso, mientras otros duermen, tú trabajas. Mientras otros se divierten, tú trabajas. Mientras otros disfrutan, tú trabajas… porque conectas por completo con eso y das lo mejor de ti.

Trabajas hoy, haciendo lo que nadie quiere hacer, para después disfrutar de lo que ellos no podrán… porque no crearon lo que tú estás creando hoy.

Puede ser duro, pero empleando el símil en términos de salud, es mejor esforzarte ahora, entrenando y con buenos hábitos nutricionales para vivir bien el último tramo de tu vida, que pasar los últimos años de tu vida ‘esforzándote’ por ‘sobrevivir’ a los achaques de la edad… que podrías evitar trabajando y cuidando tu cuerpo ahora.

Solo tienes que sacrificar unas horas diarias de televisión para invertirlas en cuidarte. ¿Tan difícil es?

Pues con tus proyectos, tus sueños, tus metas, todo esto opera exactamente igual.

Así que, desde ahora, prohibido perder el tiempo.

 

La confianza.

Esta quizá sea una de las cosas más abstractas de la montaña, de las más intangibles y espirituales que existen, porque no se trata de la confianza en los demás, sino de la confianza en la vida. Confianza en uno mismo.

Hombre sonriente, confiado y seguro de sí mismo

Es la más difícil de desarrollar porque, de nuevo, nos acostumbran a proyectarla fuera de nosotros. En los demás. No nos hacen ver que confiar en nosotros tiene que ver con la capacidad de sacrificio para nuestras metas.

Emerge haciéndonos responsables de nosotros mismos.

¿Por qué?

Porque, como te he explicado en otros posts, la mente subconsciente procesa once millones de bits por segundo. Es la que nos hace sentirnos de una u otra determinada forma ante una u otra situación, de acuerdo a nuestra congruencia.

Dicho de otra forma: cuanto más trabajes en ti, en tus proyectos, en tu avance y desarrollo holístico, más percibirá tu mente que eres una persona congruente. Una persona que no habla, que actúa, que mejora. ¿Consecuencia?

Cuando estés ante situaciones que pudieran sacarte de tu zona de confort, suponer un reto, un desafío para ti, no solamente no sentirás nervios, sino que tendrás mucho aplomo.

Serás como un manantial del que brotarán calma y seguridad, estés donde estés y hagas lo que hagas. No sentirás nervios porque serás como el ave que confía en sus alas; le dará igual si se rompe la rama o se cae el árbol porque puede volar.

Así que dale dirección a tu existencia trabajando en el proyecto de tu vida.

Te garantizo que, cuando lo hagas, tus problemas no solamente se resolverán, sino que se disolverán, porque serás congruente con tu orden de prioridades.

Recuerda esto: lo más importante es que lo más importante sea siempre lo más importante y, si lo piensas, lo más importante para ti, eres tú. Es tu vida. Es tu futuro. Es tu desarrollo personal y profesional integral.

 

La congruencia.

Justo acabamos de mencionarla en el apartado anterior porque la confianza y la congruencia son indisociables.

No confiarás en ti mismo si no eres una persona direccional y congruente, que persigue sus metas, cueste lo que cueste.

¿Por qué es tan trascendental?

Porque una persona que hace lo que dice, progresará, mientras que alguien que habla mucho pero no aplica nada, no es más que un niño queriendo aparentar lo que no es y, adivina qué, de apariencias no se vive.

Si eres coherente con tu propio discurso, no pararás de crecer.

Estarás avanzando de manera inexorable e inevitable hacia tus objetivos y, estos, a su vez, de alguna manera, también avanzan y se acercan a ti.

Ser direccional en lo que quieres, darle dirección a tu vida, es lo que hará que te conviertas en quien la persona que puedes llegar a ser.

Te pondrá y te mantendrá en el camino, en el viaje de la mejora continua.

La persona que desarrolla la capacidad de resolver problemas, consigue encontrar las soluciones a los problemas que tendrá que superar para convertirse en quien quiere ser.

Entiende una cosa: esos problemas que tendrás que superar, ese precio que tendrás que pagar, actúa como barreras de entrada a ese nivel, a esa liga, a esa élite a la que quieres llegar porque es lo mismo que hicieron quienes llegaron ahí.

Es un filtro de nivel para que no cualquiera lo consiga y, lo mejor de todo, es que deberías alegrarte de ello. Porque hacerlo te cualificará socialmente como referente, como persona de valor a la que escuchar.

Así que, una vez más, el problema resulta ser la solución.

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El proceso.

Huelga decir que las grandes cosas llevan tiempo, que no se consiguen de la noche a la mañana, sino que se cultivan con constancia, dedicación y amor propio.

De hecho, este camino, suele comenzar incluso antes de dar el primer paso en la toma de acción real.

Como veremos unas líneas más abajo, existen una serie de bloqueos cognitivos aprendidos que impiden que desarrollemos nuestra mejora continua y es por donde hay que empezar.

Y sí, el proceso empieza ahí y, después, pasa a ser perpetuo. Una construcción diaria. Una puesta continuada y sostenida en el tiempo de ladrillo tras ladrillo, colocados uno a uno, con la máxima perfección posible, mientras se van conquistando metas.

Pero para ello es necesario encontrar nuestro propósito, que duerme dentro de cada individuo, para permitir que emerja el compromiso, con el que iremos ahora, que nos mantenga siempre en el camino.

En suma, el proceso es interiorizar que Roma no se creó de la noche a la mañana, pero que emergió para después crear su propio imperio. Conquista a conquista, aunque finalmente desapareciera, porque también es ley de vida que forma parte del propio proceso.

Las cosas, las personas, las transformaciones, del mismo modo que un día llegan, con el tiempo también se marcharán. Todo tiene una fecha de caducidad. Como nosotros, que también moriremos algún día.

Es precisamente por nuestro carácter finito por lo que hemos de hacerlo, para vivir con la satisfacción de hacer lo que amamos, disfrutando el viaje, creando y aportando valor; soluciones para los demás.

Porque, no sé tú, pero yo me niego a llegar al final de mis días arrepentido de aquello que no hice. Quiero vivir con la conciencia tranquila, haciendo lo que me apasiona y luchando por las cosas que quiero en mi vida.

Quiero aportar valor, quiero ayudar, para disfrutar el viaje, el juego de la vida, que no es otra cosa que el juego de la conciencia, que va despertando más y más, a diario, conforme se va trabajando en uno.

Además, si conectas de verdad con tu propósito, de manera que sea lo que te mueva a trabajar a diario, disfrutarás del proceso, construyendo a diario el futuro que deseas.

Sabrás que el camino será largo pero también que, recorrerlo, te transformará en la clase de persona que quieres y tienes que ser, no solo para conseguir tus sueños, sino para retenerlos y saber gestionarlos.

 

El compromiso.

Llegamos a la última pieza por colocar de la montaña, la que va desde la base hasta la cima. La que está presente en todas y cada una de las etapas que conforman la montaña de la vida: el compromiso.

Lo cierto es que para conseguir algo de gran valor en tu vida, de inicio fuera de tu alcance, tendrás que comprometerte con otra persona que te haga de anclaje cognitivo, de una u otra forma, para conquistar la cumbre que hayas escogido.

Es como cuando te tienes que levantar de la cama para trabajar. No es lo mismo tener contrato con una empresa, que te hace saltar en automático, que trabajar para ti mismo; las sábanas pesan toneladas.

Así que no. No basta con comprometerse con uno mismo porque la mente tiende a la comodidad, a querer mantenerse dentro de la zona de confort, sin esforzarse ni hacer nada que ‘entrañe’ algún riesgo y adivina qué: quien no arriesga no gana.

Si sigues haciendo lo mismo de siempre, seguirás obteniendo los mismos resultados de siempre. Sí, ya sé que lo has escuchado muchas veces, pero no puedes pretender que un olivo dé naranjas, ni que un cerezo dé sandías.

La semilla, la raíz de las cosas, es la que es y, precisamente por eso, da los resultados que da.

Si quieres hacer un gran cambio en tu vida, tendrás que ir a la raíz de los problemas que tengas para comenzar a construir y a crear nuevos hábitos, nuevos procesos, que lleven, con el tiempo, a los objetivos que quieres alcanzar.

Sé que es muy duro romper con algo para volver a empezar, pero si no empiezas algo nuevo, no lograrás nada mejor que lo que ahora tienes y, si estás leyendo esto, si has llegado hasta aquí, te aseguro que no es casual.

Tú ya deseas cambiar.

Con que, para lograr esos cambios, esos objetivos, esa transformación que anhelas, tendrás que comprometerte con alguien externo para conseguirlos, fijando metas cortas, realistas y alcanzables que, a su vez, sean parte de un camino mayor.

Justo para eso estoy aquí: para acelerar todo ese desarrollo trabajando en el mentoring.

 

Los bloqueos.

Creencias limitantes.

Sé que la primera vez que te hablan de todas estas cosas puede sonar a chino, pero conforme profundizas en todo ello, te das cuenta de que, efectivamente, es totalmente real y que uno mismo se autosabotea permanentemente.

Los bloqueos comienzan con las creencias limitantes. El pensar «yo no puedo» o el «eso no es para mí» e incluso «eso sólo es para privilegiados» te hace sentir que eres un completo inútil, cuando en realidad eres capaz de todo.

Yo mismo, a principios de 2019, me sentía inservible y, mira tú por donde, este proyecto prueba que no era cierto; me estaba automutilando ‘mis alas’: mi capacidad para volar en la dirección que realmente quería.

Todo por algo tan simple como el no cuestionármelo todo hasta entonces; el por qué las cosas son como son; el por qué la narrativa social nos hace creernos incapaces; el porqué nos programan con la enfermedad mental de la escasez y del no merecimiento.

Piénsalo. ¿Cuántas veces te han hablado del dinero y de la gente rica de manera despectiva?

A ver si esto te suena de alguna conversación:

– «Mira qué cochazo/casoplón tiene».
– «A saber qué habrá hecho para conseguirlo».

¿Lo ves? Que yo me pregunto:

¿Por qué lograr lo que queremos tiene que ser negativo? ¿Por qué se tiene que asociar riqueza a gente con ‘maldad’ en vez de a personas con inquietudes y ganas de mejorarse a diario? Y, lo más importante…

¿Quién dice que para ser humilde también se tenga que ser pobre?

Ser humilde es tratar a todos bien siempre. Tengas o no tengas.

Ser humilde es dar, cuidar, hacer sentir bien a los demás, partícipes de todo.

Ser humilde es escuchar a los demás, aprender de ellos y corregirse cuando sea necesario.

Ser humilde es hablar bien siempre de todo el mundo y desear que todos crezcan y consigan todo lo que se propongan, incluso si son cosas muy grandes a donde tú no puedas llegar, por mucho que lo desees.

Ser humilde es dar las gracias por todo lo bueno que tienes, siendo consciente de que por muy lejos que hayas llegado en la vida, no eres más que una mota de polvo en el universo y, por eso, quieres hacer las cosas bien.

Y sí, somos humanos y nos podemos equivocar, pero el humilde lo reconoce y lo corrige, mientras que el que cree saberlo todo trata de imponer su voluntad con tal de no volver sobre sus pasos.

Y sí, hacer las cosas bien cuesta trabajo. Mucho. Pero así es como se crece de verdad, porque hay diligencia en ello.

Todo ello forma parte de la narrativa social que basa las cosas importantes de la vida en cuestiones externas a nosotros: dinero, casa, coche, pareja, entretenimiento, política, sucesos, pero…

¿Dónde queda el desarrollo personal y el construirse uno mismo, de dentro hacia afuera, de la forma correcta? ¿Dónde queda el trabajarnos en lo personal para caminar hacia la vida que queremos?

Ahí se comienzan a destruir esas barreras, esas creencias limitantes, toda vez que ‘clavas un norte’ hacia el que caminar, los objetivos que quieres conseguir, trazas el camino necesario, lo diseccionas en etapas y tomas acción para completarlas.

Todo en la vida se basa en lo mismo: tomar acción.

La vida es el libro de los hechos y se escribe con acciones.

Cuando conoces el camino e inicias el recorrido, según avanzas, la mente subconsciente va captando el mensaje y comienza a percibir cómo tu valor personal y profesional se va elevando y, entonces, como por arte de magia, las creencias limitantes van desapareciendo una tras otra.

Hasta que, un día, ya eres una persona completamente distinta y renovada que jamás volverá a cometer el error de dudar de sí misma.

Como todo, es algo que requiere trabajo, pero te garantizo que se puede.

Si yo he podido, tú también puedes.

No permitas que nadie, jamás, te diga lo contrario.

 

Emocionalidad.

Hagas lo que hagas en tu vida, necesitarás hacer una buena gestión emocional.

No solamente a la hora de relacionarte con los demás sino, sobre todo, a la hora de recorrer tu propio camino.

Al enfrentarte a algo tan desafiante sentirás dos cosas: por un lado habrá momentos de burnout y, por otro, tendrás ganas de abandonar en multitud de ocasiones.

Cada vez que ocurra, debes ser consciente de ello y continuar, aunque en cada caso tendrás que actuar de manera diferente.

Cuando sientas burnout, es decir cuando sientas que te estás quemando y que no quieres seguir haciendo eso, en ese instante, serán momentos de sobre saturación de trabajo que, por mucho que algo te guste y te apasione lo que haces, son indicadores de que debes parar. Para rendir al máximo la mente también tiene que descansar.

No pasará nada si, cuando sientas esto, sales, te despejas, juegas a algo o, simplemente, te permites tener momentos de ocio para oxigenar y premiar a la mente tras el esfuerzo realizado. Obsérvate.

Por otra parte, cuando sientas que quieres abandonar, piensa en la razón por la que comenzaste. El cementerio está lleno de proyectos inconclusos y que, ni siquiera, llegaron a ver la luz. ¿Es eso lo que quieres?

Si te pones a trabajar en algo, que sea, siempre, para llevarlo hasta el final con todas las consecuencias. Si necesitas descansar, descansa, pero luego vuelve con energía, determinación y diligencia a seguir recorriendo el camino.

Una de las diferencias entre el éxito o el fracaso radica en terminar lo que se empieza, empezando por hacer lo que se dice que se está haciendo.

Tu palabra tiene que ser sagrada.

Dicho de otra forma: decir una cosa y no hacerla es faltarse al respeto uno mismo y, adivina qué, si tú te faltas al respeto, los demás también lo harán por la sencilla razón de que no te estarás tomando en serio. Ergo, nadie más tiene por qué hacerlo.

El respeto se gana, empezando por el del amor propio. El de los demás llegará después. ¿De acuerdo?

 

Síndrome del impostor.

Uno de los bloqueos más habituales que tienen todos los emprendedores: creer que no están lo suficientemente cualificados para ayudar a otros a recorrer su camino o que no son nadie para hacer esto o hablar de aquello.

Hombre disfrazado con una máscara, actitud defensiva debido al síndrome del impostor

La realidad es que, si has pasado por un determinado proceso, trabajándolo como Dios manda, ya tienes la experiencia y la cualificación para enseñar a otra persona cuál es la solución a ese determinado problema.

La vida no se trata de tener titulaciones, sino de tener habilidades y saber qué hacer y cómo hacerlo de manera práctica. Ergo, si ya sabes hacer algo, porque has dado ese servicio con éxito antes, ya puedes ayudar a los demás.

De nuevo, todo opera de acuerdo al patrón problema => solución.

Si sabes solucionar con éxito y eficacia ese problema, no tienes razón alguna para sentirte un impostor porque sabes lo que haces y, además, lo haces bien.

Así que sí, ten los pies en el suelo, pero aprende a reconocer y respetar tus habilidades. Confía en ti.

 

Miedo.

Entramos en el terreno más irracional de la mente, capaz de anular nuestras capacidades por enfrentarnos a situaciones de incertidumbre.

¿Dónde está el componente más irracional del miedo? En que habita en tu mente, siendo esta la que mejor te conoce y la que crea ‘realidades’, sobredimensionadas y tergiversadas, imaginando monstruos y escenarios, que no existen.

¿Cuántas veces has imaginado algo en negativo que se haya cumplido tal y como creías que ocurriría? Déjame adivinar: nunca, porque, cada vez que ves el futuro, cambia.

El miedo son expectativas en negativo y, lo curioso de las expectativas es que, siempre que las tienes acerca de algo en tu vida personal o profesional, nunca suceden.

Así que deja de creerte todo lo que piensas.

Además, ¿sabías que, salvo dos muy concretos, todos los miedos que tienes son aprendidos?

Los únicos miedos naturales que tenemos de nacimiento son: a caernos, es decir, a tropezar, y a los ruidos extremadamente altos.

El resto, como el miedo a volar, a las alturas, a fracasar… son aprendidos.

Precisamente por eso, se pueden desaprender, afrontándolos y superándolos.

El miedo es el camino, quien no arriesga no gana. Todo eso que anhelas está al otro lado del miedo. Así que la próxima vez que sientas miedo a algo, hazlo, con miedo, pero hazlo.

Lo peor que puede pasar es que aprendas a hacerlo mejor y… ¿Cuál es el problema de aprender haciendo?

La realidad es que las personas exitosas que consiguen más cosas, son las que más cosas hacen e intentan porque, por simple ley de probabilidades, en algún momento van a hacer lo correcto en modo y forma para lograr su objetivo.

Simple estadística.

 

Culpa.

¿Cuántas veces te has sentido culpable por hacer o dejar de hacer algo?

La culpa no es más que la proyección ajena de «responsabilidad» hacia uno por modo necesidad externo, y nos hace sentirnos mal cuando dejamos de hacer lo que «se espera» de nosotros porque, simplemente, no queremos.

Recuerda: la necesidad espanta, indistintamente de la forma en la que se dé.

Imagínate que tu familia te necesita permanentemente para resolver determinados problemas pero eso te impide desarrollar tu vida y avanzar con normalidad. Te priva de dedicarte tiempo, de trabajar en tu proyecto o de disfrutar con tu pareja.

Sientes que quieres una cosa pero no puedes hacerla y te sentirías culpable si dejas de atender las necesidades de tu círculo de sangre. ¿Hasta qué punto hemos de ‘ayudar’?

Planteo este escenario extremo para que se entienda con facilidad.

Pablo Domínguez: 'No hay por qué negar ayuda, menos aún a nuestra familia, siempre y cuando no coarte o impida el desarrollo normal de nuestra propia vida'. Share on X

 

Existe un orden de prioridades natural que se debe respetar.

Piénsalo. ¿Por qué en los aviones siempre te dicen que, en caso de despresurización de la cabina, te pongas tú primero la mascarilla de oxígeno y que, después, atiendas a la persona de al lado si te necesita?

Simple. Si te quedas inconsciente o mueres no puedes ayudar a nadie.

Es decir, no puedes dar lo que no tienes y no tienes que sentirte culpable por no poder asistir a quien pueda «necesitarte» si entiendes que antes te necesitas tú primero.

No es egoísmo, es equilibrio vital.

Vivirás muchas situaciones en las que los demás quieran cosas de ti y tú tengas cosas más importantes que hacer.

Si es así, de nuevo, lo más importante es que lo más importante sea siempre lo más importante: tú y tu prosperidad.

Es decir, si para cualquier persona del mundo su vida y sus intereses personales y profesionales son lo primero, para ti también funciona de la misma manera y, adivina qué: no pasa absolutamente nada.

Lo sano es cuidarte primero para, cuando sea necesario y de la forma correcta, poder cuidar de los demás.

Así que deja de sentirte culpable.

 

Apego.

De nuevo estamos ante otra emoción relacionada con el modo necesidad.

Nos han enseñado que lo que importa está fuera de nosotros, cuando ese es el mayor error que podemos cometer.

Pensar de esa forma genera que nos apeguemos a personas o a cosas, que en realidad no necesitamos, a las que les dedicamos más tiempo y emociones de las necesarias. De alguna forma pasamos a ‘orbitarlas’.

Es decir, invertimos en personas o cosas que escapan a nuestro control más de lo que deberíamos permitiendo que sean el centro de nuestra vida, en vez de invertir en nosotros para ser nuestro propio centro vital y, después, ofrecer nuestro tiempo libre a quienes quieran ‘orbitarnos’.

Lo más importante es que lo más importante sea siempre lo más importante.

Ahora fíjate en lo que sucede con las relaciones de pareja y el fútbol.

¿Cuántas personas hacen que su vida gire en torno a estas dos cosas?

El amor y el entretenimiento son accesorios. Nunca el centro del universo.

Dale a cada cosa el lugar correcto que le corresponde; no cedas tu poder porque, de hacerlo, perderás valor y tiempo.

Dicho de otro modo: apegarte a todo lo que no seas tú y el desarrollo de tu mejora continua personal y profesional te devaluará e, incluso, puede hacer que tu vida se pierda por el sumidero.

Puede hacer que llegues al final de tus días arrepintiéndote de no haber luchado por lo que quieres, al permitir que lo que digan los demás dirija la toma de las decisiones realmente importantes de tu vida.

Nunca lo permitas.

Pablo Domínguez: 'Apegarte a tu desarrollo cultivará tu amor propio, cuidando las tres áreas más importantes de tu vida: biológica, afectiva y laboral, generando transferencia de resultados sinérgicos entre ellas'. Share on X

 

O te construyes o te destruyen.

 

Ego.

Ahora bien, no confundas apegarte al desarrollo de tu mejora continua con creerte superior a los demás porque lo único que generarás a tu alrededor será silencio, rechazo y vacío.

Es muy diferente trabajarse con el objetivo de estar ayudando y aportando valor permanentemente que buscar, siempre, ser el centro de atención, incluso cuando tengas mucho valor que aportar.

La humildad atrae; el ego separa.

De manera que céntrate en que se perciba, tanto si es en el día a día presencial como en el digital, que quieres ayudar, es decir, aporta valor de manera gratuita, dejando ‘migas de pan’ en blog y redes sociales para generar confianza que después canalices hacia tus productos y servicios.

Como sabes, la confianza es la base de la venta y opera, en lo personal y en lo profesional, activando exactamente los mismos procesos cognitivos, tanto para vender tus productos o servicios como para relacionarte con los demás.

Así que aporta valor a los demás y ellos te lo darán a ti.

 

Entorno.

¿Sabías que tus ingresos se corresponderán con la media de los sueldos de las cinco personas con las que más tiempo pasas o a las que más atención dedicas?

¿A qué se debe a esto? Simple, todo se aprende por imitación.

El cerebro es una esponja que absorbe toda la información que se le suministra, indistintamente de si es cierta o no.

Pablo Domínguez: 'La mente no discierne por sí sola si algo es real. Hay que educarla para aportarle los filtros necesarios que la televisión o cualquier cosa comercial jamás te aportará'. Share on X

 

De hecho, huye de lo comercial.

Esos filtros de la realidad que percibimos son las creencias limitantes aprendidas, que nos impiden desarrollar el mejora continua personal y profesional que atesoramos dentro porque no creemos en nosotros mismos.

¿Qué ocurre? Que cuando te relacionas con los demás, tu cerebro tiende a imitar patrones, expresiones y conductas de tu círculo social y, ahí, emerge la gran pregunta que has de hacerte:

¿Tu círculo social tiene los resultados que quieres conseguir?

Probablemente la respuesta sea negativa, lo que significa que tienes que cambiar tu orden de prioridades. Poner orden en tu vida, al menos si de verdad quieres crecer, que entiendo que es lo que te ha traído hasta aquí.

Es decir, no se trata de que abandones ese círculo social, sino de que comiences a prestar más atención a quien ya tiene los resultados que tú quieres lograr porque implica que ya ha recorrido el mismo camino que tú quieres hacer.

Ahora bien, incluso si lo haces bien, te va a costar trabajo mantener la mente en el estado correcto porque seguirás estando en el mismo círculo social con las mismas creencias limitantes y chocarán con tu trabajo y determinación.

Te mirarán raro, no te entenderán, dudarás de ti pero ahí es cuando tienes que creer en ti y seguir adelante. Seguir construyendo. Seguir dando pasos para seguir haciendo camino, fijando tu atención en ese grupo de referencia.

Te aseguro que tu mente, en el momento en el que se da cuenta de que te puedes convertir en aquello que realmente desees y de verdad te propongas, sobre todo ahora gracias a Internet, nunca vuelve a ser la misma.

Al cruzar ese umbral comienza la transformación.

Como ves, soy el resultado de trabajar, a conciencia, en todas y cada una de las diferentes piezas y bloqueos que conforman la montaña de la vida.

Tendrás que pagar el precio.

No es fácil pero sí es sencillo, como todas las grandes cosas de la vida. La pregunta es…

¿Estás en disposición de hacer lo que sea necesario para lograr tus objetivos?

Espero que sí; solo tienes una vida.

Es todo por hoy.

¡Espero haberte sido útil!

¿Quieres más? Te veo en el mentoring.

Mientras tanto, ¡te espero en el siguiente post!

Leer el siguiente post de la trilogía de desarrollo personal.

Os veo dentro, un fuerte abrazo querida criatura.

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